Mientras una joven estaba esperando para abordar su vuelo en el aeropuerto, decidió comprar un libro y unas galletas, para después sentarse a comer y leer mientras llegaba la hora de abordar. Un hombre se sentó en la silla que estaba al lado de la silla donde se sentó la joven. El hombre abrió una revista y empezó a leerla. Cuando la joven sacó la primera galleta del paquete, el hombre que se sentó a su lado también tomó una galleta del paquete. La joven se sintió enojada, pero se quedó callada. Sólo pensó: “¡Qué fresco! Me gustaría darle un golpe por ser un maleducado”:
Por cada galleta que la joven sacaba del paquete, el hombre también sacaba una galleta. Esto enfurecía a la joven, pero ella no quería hacer una escena en público. Cuando sólo quedó una galleta, ella se preguntó: “¿qué hará este maleducado ahora?”.
Entonces, el hombre tomó la última galleta, la partió en dos, y le ofreció una mitad a la joven. En ese momento, la joven se enfureció, guardó su libro, tomó sus cosas y abordó el avión tan rápido como le fue posible. Cuando se ubicó en su asiento, buscó sus lentes para leer dentro de su bolso, y se sorprendió de encontrar su paquete de galletas, intacto. Se sintió muy avergonzada. Se dio cuenta de que había cometido un error.
El hombre había compartido voluntariamente sus galletas con la joven, mientras que ella había estado muy enfadada, creyendo que él se estaba comiendo sus galletas. Lo peor es que ya no tenía oportunidad de explicar su error ni de disculparse con el hombre.
¿Alguna vez perdiste tu buen humor, y luego te diste cuenta de que tú eras quien estaba cometiendo la falta? Seguramente, la mayoría de nosotros ha pasado por esa situación. Será mejor que nos aseguremos de conocer todos los hechos ante cualquier situación, antes de reaccionar equivocadamente, y así nos ahorraremos la pena y la vergüenza que en caso contrario generen nuestras reacciones.
Dale Carnegie dijo: “Cuando trates con personas, recuerda que no estás tratando con criaturas lógicas, sino con criaturas emocionales”.
El actor Will Smith amplió este concepto y dijo: “Los seres humanos no somos lógicos, somos seres emocionales. No nos interesa la verdad, nos preocupa cómo es que se siente”.
Todos nos enojamos alguna vez. Si la gente te pone de mal humor constantemente, será mejor que consideres practicar algunos ejercicios de relajamiento para evitar perder el control. De acuerdo a la Asociación Psicológica Americana, unas sencillas técnicas para relajarte pueden ayudarte a calmar tu enojo. Entre esas técnicas se encuentran: la respiración profunda, repetir una y otra vez expresiones como “relájate” o “tómalo con calma”, visualizar una experiencia relajante, y practicar ejercicios similares a los que ofrece el yoga, porque pueden relajar tus músculos y calmar tus nervios.
Consejos Prácticos Para Evitar Que Tus Emociones Controlen Tu Vida.
Las personas inteligentes no permiten que sus emociones tomen el control de sus vidas. Antes de perder los papeles en el trabajo, en tu hogar o en cualquier reunión social, recuerda estos consejos:
- Presta atención a tu comportamiento. ¿Cuál es tu tono de voz? ¿Qué le está diciendo tu lenguaje corporal a la otra persona? Enfocarte en tus reacciones y emociones te ayudará a mantener la calma.
- Mira y escucha. ¿Qué te dice el tono de voz y el lenguaje corporal de la otra persona? Trata de entender si la otra persona quiere algo de ti que él o ella no te esté pidiendo. Por ejemplo, un empleado podría tener miedo de confrontar directamente a un gerente. Pregunta si hay algún problema.
- Mantente positivo. Con una o dos respiraciones profundas, trata de controlar el impulso que te hace reaccionar. Trata de encontrar algo positivo, incluso el simple hecho de que estés ganando experiencia para lidiar con un conflicto.
- Enfócate en el aquí y el ahora. Evita traer problemas del pasado al conflicto del presente. Apégate a los hechos que causaron el problema en este momento. Evita decir palabras como “siempre” y “nunca” durante la conversación—como por ejemplo “siempre llegas tarde”—para evitar llevar el conflicto a una discusión desproporcionada.
- Pregúntate: “¿prefiero estar en lo correcto o ser feliz?”. En algunos casos, estar en lo correcto podría ser más importante, como cuando se trata de asuntos de seguridad. En otros casos, podría ser mejor que dejes que la otra persona ‘gane’ la discusión. Nunca es bueno dejar que la terquedad se interponga en el camino de escuchar otro punto de vista.
- Asume la responsabilidad por tu comunicación. Tienes que dejar en claro todo lo que dices—incluso si la otra persona trata de ignorar el problema. Debes insistir en tener un diálogo abierto y honesto, que permita que ambas partes expresen sus necesidades y opiniones con honestidad.
No permitas que tus emociones jueguen en tu contra, decide usar tus emociones para mostrar lo mejor de ti.
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